El mate tiene un rico saborcito a amistad. Podemos no tener mucho tiempo de conocernos, pero un mate siempre nos dará la posibilidad de hablar de las cosas más profundas del alma, de tu corazón, de los sueños, los proyectos... y al final cuando el agua se acabe para no sentir que la escala en tus sentimientos ha terminado, podemos calentar un poquito más… para los últimos mates y las conclusiones (que obviamente no son las definitivas!) de nuestras vidas.
Los primeros mates! Eso si que no se olvida! Cuando tenía poquitos años, esperaba con ansias el agua que mi abuela dejaba enfriar en una taza, cuando estaba lista, me tocaba mi mate! La ronda se abría y yo allí pequeñita formaba parte de la reunión de los grandes. Veía que todos hablaban de diferentes temas y que a veces cambiaban sin que yo alcance a percibirlo, sin duda el mate era algo especial y empezaba a comprenderlo.
No hay nada más lindo que dejar que el mate haga su trabajo, QUE NOS UNA, sólo que para que eso suceda necesitamos tiempo. “- cuanto hace que no nos tomamos unos mates!?” Podemos cruzarnos y encontrarnos muchas veces pero tomar mates es diferente, significa que de alguna manera muy especial y difícil de explicar, nos conectamos.
El mate, en
el viaje es un amigo, un compañero que nos predispone hacia largas charlas o
nos mantiene en silencio mientras cada uno hace lo suyo, yo escribo, vos
haces artesanías y cuando el mate pasa nos da ese instante de conexión, de
unión.
Un mate, es
una caricia al alma. Dulce o amargo, con peperina o sin nada. Nos lleva, nos
traslada a los mates con la nona, los hermanos, los amigos, la facu y la ruta…
la ruta que entre mate y mate cambió nuestras vidas para siempre.